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Pensar para innovar, innovar para transformar

9 abril, 2013 @ 21:05
publicado por Freddy

 

¿Qué significa pensar la organización de una sociedad a partir de ciudades del conocimiento? ¿Cómo entender, mediante los nuevos paradigmas de desarrollo que pululan en el mundo, que el devenir de las naciones se sostendrá en la calidad del pensamiento que se produce y no en las industrias tradicionales que se han forjado con fuerza desde el siglo anterior?

¿Podemos afirmar que las revoluciones de los países se cimentan en la ideas que genera, más no en los resultados económicos que obtiene cada año? ¿Qué implica que el conocimiento sea un bien priorizado en la inversión del actual Gobierno, en tanto lo ha definido como inagotable y como el que permitirá una transición ordenada de una economía primaria exportadora hacia una de servicios, tecnología y ciencia?

La historia de la economía ortodoxa nos ha enseñado que la riqueza de una nación se mide por el nivel de ingresos monetarios que genera, y que son provenientes de las transacciones comerciales entre empresas y consumidores, de bienes y servicios suntuarios, y de primera necesidad. Este flujo circular y cerrado de la economía, además de no contabilizar las externalidades producidas por las actividades industriales, no toma en cuenta la potencialidad transformativa de otros sectores, como el del conocimiento, para garantizar el bienestar general de la población.

Es así que uno de los retos que se ha planteado el Ecuador, tanto en la Constitución, como en el Plan Plurinacional e Intercultural para el Buen Vivir, es generar una economía del conocimiento, que tiene un estrecho vínculo con lo que ahora se denomina como la Ciudad del Conocimiento o Yachay, proyecto emblemático del actual Régimen que tiene como misión “promover la investigación científica, la generación y difusión del conocimiento para resolver necesidades en un ambiente interdisciplinario, con el objeto de formar profesionales creativos e innovadores, de alta calidad humana, que contribuyan proactivamente al fortalecimiento
de las capacidades sociales y al desarrollo del Ecuador y de la región”.

Si bien desde la Revolución Industrial gestada en Inglaterra después de la segunda mitad del siglo XVIII, se fundamentó que la generación y acumulación del capital eran los motores para impulsar la economía internacional, posteriormente, y en gran parte del mundo, el pensamiento económico dio un giro epistemológico, en tanto se empieza a discutir sobre la economía ecológica, de los recursos naturales, del medio ambiente, del género y, con fuerza en lo que va de este siglo, sobre la economía del conocimiento, que consiste básicamente en producir valor agregado a lo que se ofrece como bienes y servicios, mediante la investigación, la innovación tecnológica y el pensamiento.

El conocimiento no solo es información. Es un proceso continuo de innovación, de (re)creación pero ante todo, de (de)construcción de modelos caducos divorciados con las condiciones históricas actuales. Vivimos en la época de las ideas y, por lo tanto, debemos inscribirnos en ella.

 

fuente Diario El Telegafo

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